La actividad económica de minería en Huancavelica es la que mayor desarrollo ha alcanzado en el departamento, de este modo se conserva la tradición que le dio renombre durante la Colonia con la explotación de las minas de azogue o mercurio de Santa Bárbara, así como las minas de plata.

El departamento de Huancavelica tiene grandes reservas de minerales debido a su estructura geológica. En efecto, coexisten en su territorio: extensas formaciones volcánicas y áreas con rocas sedimentarias de naturaleza calcárea, que se levantaron desde los fondos marinos. En ambas clases de rocas se encuentran las vetas o filones de plata, oro, mercurio, cobre, cadmio, bismuto, plomo, zinc, sal y yeso.

Mineria en Huancavelica

Los principales centros mineros son: Julcani, en la provincia de Castrovirreyna; Huachocolpa, en la provincia de Huancavelica; y Cobriza donde se explota el cobre, en la provincia de Churcampa, en pleno pongo del Mantaro. Los dos primeros son complejos mineros en donde coexisten grandes, medianas y pequeñas empresas. Estas minas son en galerías, es decir túneles horizontales, verticales o inclinados según la dirección de las vetas.

En la actualidad la actividad minera está en manos de un reducido grupo de empresas nacionales y extranjeras. La producción de plata se concentra en tres empresas: Compañía de Minas Buenaventura, Compañía Minera Castrovirreyna, y Corporación Minera Castrovirreyna. La producción de cobre proviene casi totalmente de la mina Cobriza, adquirida mediante subasta por la empresa norteamericana Doe Run. La Compañía de Minas Buenaventura ha asumido un claro liderazgo en el desarrollo de la minería el departamento al convertirse en el primer productor local de plata, oro, plomo y zinc a partir de la explotación de sus tradicionales unidades de operación de Julcani, Recuperada como de su participación en las compañías mineras Caudalosa y El Palomo.

Para un departamento tan deprimido como Huancavelica, la minería es una ayuda, pero no la gran solución que generalmente se piensa. En principio, la actividad minera tiene un bajo grado de integración con las economías locales, pues requiere insumos que, debido a su naturaleza, sólo en escaso porcentaje pueden ser proporcionados por los proveedores del departamento. Sin embargo, si dinamizan en algo la economía de la zona por el impacto que representan los salarios de los trabajadores comparativamente más altos que los que éstos pudieran obtener en otras actividades.

Mina de Santa Bárbara

Junto a Potosí la mina de Santa Bárbara fue el centro minero más famoso durante el virreinato del Perú, y calificada, además, como una de las maravillas del mundo. Descubiertas entre 1562 y 1564 por Gonzalo Ñahuincopa, curaca de Acoria, la leyenda afirma que en desagravio por la pérdida de un sombrero perteneciente a don Amador de Cabrera, encomendero de Acoria y Huando, durante las celebraciones de Corpus Christi, el cacique le reveló su secreto al español y le condujo hasta los socavones de esta mina de donde se extraía el mercurio.

Mina de Santa Barbara

Contreras reclamó los derechos de explotación y bajo los nombres de la Descubridora, Todos los Santos y finalmente Santa Bárbara (patrona de los mineros), esta mina se convirtió en un lugar célebre, llegando ser nombrada Preciosa Alhaja de la Corona Española. En 1568 la mina produjo hasta 6800 quintales de azogue, cinabrio o bermellón, todas denominaciones del mercurio. No obstante, la actividad minera cobró miles de vidas, principalmente de los indígenas que trabajaron en los socavones y murieron envenenados.

Las minas se encuentran a 4200 metros sobre el nivel del mar, cerca de la ciudad de Huancavelica. Los espíritus más aventureros pueden acceder a los retos de este centro minero a pie, partiendo desde la Plaza de Armas de Huancavelica y siguiendo un trayecto que se puede realizar en dos horas. La mina fue labrada sobre una veta que por la parte más angosta tenía más de 30 metros de ancho. Fue trabajada de norte a sur con tres socavones denominados Chacaltana, San Francisco y Santa Bárbara. En este último, con una longitud de 500 metros, aseguran que se podría ingresar a caballo. Muchos relatos cuentan que dentro de la mina existió una especie de ciudad subterránea, por la cantidad de calles y plazas que tenía en su interior. Se asevera que inclusive se realizaron corridas de toros y que además existieron cinco capillas con sus respectivos altares donde celebraban la misa para los empleados y operarios. Aun hoy se puede observar el socavón Belén, que fue comenzado en 1601 y terminado cuarenta años después con una extensión de 508 metros. En la entrada es posible apreciar el escudo del rey Carlos III y la figura de San Cristóbal en alto relieve.